Enseñar o insinuar

 ¿Qué es más sexy?

Nuestro vestidor dice mucho de nosotros mismos. En el caso de las mujeres, la eterna lucha será siempre decidirse por poner toda la carne en el asador o, en cambio, dejar entrever aquello que no se quiere expresar abiertamente. Hablamos, sin ir más lejos, de cómo la ropa puede evidenciar nuestra sexualidad, nuestro deseo o las ganas que cada una tenga de provocar al personal. Hoy en día, y salvando contadas excepciones, es posible vestir como nos gusta, tenemos miles de publicaciones dedicadas a la moda que pueden servirnos de guía para encontrar tendencias o combinaciones. Sin embargo, el hecho de mostrar más o menos sigue siendo una cuestión personal, relacionada muchas veces con el carácter. Los hay también que dicen que es, más bien, una elección relacionada con el buen gusto. Y tú ¿qué opinas?



Se suele decir que las chicas más guerreras son las que van por la calle pisando fuerte, con escotazos y minifaldas de escándalo. En cambio, a aquellas que prefieren insinuar se las tilda de tímidas y elegantes. Hemos de tener en cuenta, sin embargo, que la moda no es más que imagen y simulacro. Eligiendo lo que nos ponemos, lo que hacemos es proyectar una imagen. La típica frase santurrona de “la belleza está en el interior” puede ser cambiada por “la personalidad está en el interior”. Con ello queremos decir que no hace falta que enseñes pechuga para ser una bomba sexual. Eso sí, enseñando por encima de ciertos límites, lo que conseguirás es que los demás te miren como tal. Si ello se corresponde o no con tu personalidad, es otra cosa.

De este modo, elegir si queremos mostrar o no significa planificar cómo queremos que nos vean los demás. Al mismo tiempo que reforzamos una auto imagen o jugamos a con los roles. La ropa es juego: puedes decantarte por poner las cartas sobre la mesa, colocándote un vestido que deje sin aliento… o bien optar por seducir poco a poco, insinuando. Las que prefieren dejar ver un hombro antes que un explícito escote, se mostrarán más sexys, cierto. Pero menos sexuales. Sin embargo otorgarán un papel fundamental a la imaginación, que muchas veces puede ser más poderosa que la vista. La imaginación crea una tensión entre lo que se ve y lo que se construye, haciendo que las partes se completen en la cabeza de aquel que te desea. Si la imaginación puede ser muy estimulante, lo cierto es que unas tetas siempre serán unas tetas. Y la mirada, evidentemente, no puede eludir ciertas cosas. Sobre todo si son voluminosas.

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