Tacones de aguja,

 

el fetiche por excelencia

 


Los pies son una de las partes del cuerpo que más morbo suscitan

 

La palabra fetiche proviene del latín facticius (artificial) y del portugués feitiço, que en nuestra lengua vendría a ser algo así como ‘magia’ o ‘manía’. ‘Fetiche’ era la palabra que designaba una especie de culto religioso o místico que se basaba en la creencia de que los objetos materiales podían poseer propiedades mágicas o protectoras. El amuleto, por ejemplo, es un claro exponente de lo que era un fetiche tiempo ha. Esta veneración por los objetos materiales derivó en otra cosa cuando a Sigmund Freud se le ocurrió utilizar este vocablo para designar una de sus más famosas parafilias: el fetichismo. Esto es, la sublimación extrema de un objeto, hasta tal punto que solo mediante éste obtenemos placer sexual.
El fetichismo es una práctica inofensiva cuando no nos impide el desarrollo social, laboral o sexual. Es decir, aquellos que sienten placer extra cuando mantienen relaciones donde se mezclan unos buenos tacones de aguja, solo están expresando un deseo o materializando un fantasma. Por el contrario, cuando un individuo sólo es capaz de alcanzar el orgasmo o disfrutar del sexo mediante su fetiche, ya nos adentramos en terrenos más resbaladizos. En este post hemos elegido uno de los fetiches más clásicos: los tacones de aguja. Es más, los zapatos no solo gustan a las mujeres que los coleccionan por doquier… sino a algunos hombres. Así lo afirma un artículo publicado por 20minutos.es. La propietaria de una tienda erótica de Valencia afirma que son muchos los hombres que entran para adquirir unos tacones que colocarse ellos mismos. Y, pese a la creencia popular, no tienen por qué ser gays. Son fetichistas.
Y es que los pies siempre han sido una de las partes del cuerpo con más fans. Desde la invención de los tacones allá por los años 40, los centímetros no han parado de aumentar en pro de un fantasma sexual que a todos parece fascinar. Los tacones estilizan, son elegantes, explícitos y agresivos. A priori, parecen la combinación perfecta para una noche de sexo. Sin embargo, los tacones son complicados en nuestra vida diaria. Solo algunas privilegiadas llegan a plantárselos y a resultar verdaderamente atractivas… no olvidemos que es mucho más fácil ponérselos en horizontal que en vertical. No obstante, y para noches muy especiales, siempre está bien pasar de las manoletinas y comprarse unos buenos tacones de aguja.
Los tacones te disfrazan y te otorgan un halo diferente solo con ponértelos. Y no se lo decimos sólo a ellas…

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